Es complicado presentarse a una misma en un lenguaje sencillo, sin caer en la trampa de la enumeración técnica de méritos académicos y profesionales, trasladando al mismo tiempo la importancia de la formación y la experiencia. Pero voy a intentarlo.
La música siempre ha estado presente en mi vida de una forma u otra: mi madre es una gran melómana que desde muy pequeñita me transmitió su amor por ella. Sin embargo, la decisión de seguir una formación oficial es bastante tardía en mi caso, puramente vocacional. Eso sí, una vez que comencé mis estudios en el conservatorio, pronto lo tuve claro: la música era aquello a lo que me quería dedicar.
Cursando estudios de Grado Superior, comencé a sentir una cada vez mayor afición por la transmisión del conocimiento y el contacto directo con el público. Contribuyó a ello que había comenzado a impartir clases de flauta travesera y lenguaje musical en una Escuela de Música y el trabajo con mis alumnos me era muy enriquecedor.
Entonces llegó el pequeño gran abismo que se abre ante todos los estudiantes cuando obtienen su título: y ahora, ¿qué?
Por supuesto, la interpretación es la actividad que normalmente da sentido y permite la expresión individual, pero existen otras maneras de experimentar el amor por la música. Buscando la manera de aunar mis dos pasiones, la música y la comunicación, mientras continuaba impartiendo clases en Escuelas de Música y Educación Secundaria, fui admitida en nivel Máster en la Universidad de la Sorbona, en París.
Durante esta ampliación de estudios tuve la suerte de descubrir un nuevo campo de interés, la Sociología de la Música, que abrió un amplio camino ante mí y me permitió conocer y colaborar con grandes profesionales en este ámbito.
Pero la cuestión de la transmisión seguía latente y, en mi segundo año de Máster, solicité una de las escasas plazas en la especialidad de Mediación Musical. Entonces todo tuvo sentido: la música, la transmisión, la comunicación, la relación entre música y sociedad…
De vuelta en España, amplié esta formación con un posgrado en Comunicación de las Organizaciones Culturales, en la Universidad Complutense de Madrid, estudios que me permitieron desarrollar algunas estrategias de comunicación y difusión para dar a conocer mi trabajo.
Desde entonces, asentada en Pamplona, compagino mi actividad docente con diferentes acciones de mediación musical: diseño de proyectos, asesoramiento y revisión de acciones pedagógicas y de sensibilización musical, confección de materiales, conciertos educativos, talleres y clases magistrales…
Como complemento a estas actividades, en la primavera de 2020 vió la luz este espacio, que pretende ser una ventana al mundo. Una forma de contactar con aquellas personas que, como yo, sienten al mismo tiempo pasión y curiosidad por la música y por todo lo que la rodea.
No quiero despedirme sin antes agradecerte que hayas llegado hasta aquí. Espero sinceramente que mi trabajo y esfuerzo consigan interesarte, emocionarte o, al menos, entretenerte. Y si no es así, no lo dudes: día a día intento hacerlo mejor, aunque también sé que es imposible contentar a todo el mundo. Lo que sí puedo asegurarte es que la pasión y la emoción no desaparecerán nunca de este espacio.
Hasta muy pronto,
María
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